Todo comienza cuando aquella inquieta e impertinente falta de razón, a la que llamamos “Locura” nos insita a trasformar la realidad de una forma inverosímil, buscando nuevas formas a lo incierto, intentando plasmar contornos en donde no existe superficie….creando un mundo en donde solo se encuentra esa persona a la que decidimos amar, hasta que el mañana nos dure.
Este es el Génesis de una nueva amalgama de amor y locura; aquella que nos hace perder sentido del mismo ser, del yo, y de lo que nos rodea……Esto es a lo que llamamos “Amor”.
Los dejo con una canción interpretada por Joan Manuel Serrat, quien nos muestra una pizca de locura en su amor....
Esa frase la escuche alguna vez en mis clases de filosofía durante la preparatoria; y fue exactamente esta, la que se me vino a la cabeza mientras caminaba debajo de la lluvia.
Había sido un día nublado como cualquier otro, sin sorpresas sin azares, todo parecía tan predecible y fríamente calculado por el destino, hasta que me encontré con ella….hacia tiempo que no la veía, su simple imagen causo una sensación de escalofríos que recorrió todo mi cuerpo, haciéndome sentir una mezcla de temor y tristeza. Se encontraba allí platicando entre un circulo de personas, me acerque y la observe con rapidez, esperando que no se percatara de mi presencia; pero a ella parecía no importarle ya que lo que habíamos vivido en un pasado fue suficiente, para no pensar en este futuro.
Me acerque a conversar con un compañero que se encontraba a escasos metros de ella, esperando el momento correcto para marcharme y poderme despedir de algunos amigos que se encontraban en ese circulo, alejándome lo mas rápido posible de esa situación tan incomoda, pero al parecer el momento idóneo carecía de puntualidad, así que me aproxime y comencé a despedirme de aquellos que se encontraban charlando; en ese instante, pasaron mil y un ideas por mi cabeza; quedándose fija aquella que decía: “Rencor o Soledad”, gire, tome una decisión, me acerque hacia ella y me despedí……en ese momento, el silencio se apodero de todo aquello que nos rodeaba, ni una sola palabra broto de sus labios. Su negligencia fue tan absoluta que me dejo sin palabras.
Así que termine de decir adiós y decidí caminar a casa, esperando que el desazón que tenía se borrara por completo, mire al cielo y parecía que una tormenta se avecinaba, seguí caminando, intentando quitar ese amargo sabor de insignificancia que albergaba mi boca, pensando en todo y a la vez en nada; cuando menos lo esperé, comenzó a llover, y después de un rato me encontraba empapado, la lluvia trajo a mi memoria un par de momentos agradables que viví junto a ella, estos a su vez, me hicieron recordar aquella frase que me mencionaba antes de decir “Te Amo”, pensé también en el minuto en que la conocí y el segundo en el que la perdí; mientras que las gotas de agua escurrían por todo mi cuerpo, me percate de que ella ya había cambiado al igual que yo, al igual que todo lo que nos rodeaba, y fue en aquel instante donde la lluvia se llevo mi desazón, aclaro mi mente y me hizo recordar aquella frase que dice: “Todo cambia, nada permanece”.
